El feminicidio: un problema social de América Latina.
Los casos de México y Guatemala.

[Conferencia y diálogo impartido el día 31 de marzo de 2008,
dentro del Seminario Permanente de Filosofía Nuestroamericana,
UACM, plantel Del Valle].

Mariana Berlanga Gayón

Nuestra compañera e integrante del Seminario Permanente de Filosofía Nuestroamericana, nos presentó algunos avances de su investigación de tesis con la que cursa la maestría en Estudios Latinoamericanos que realiza en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Feminicidio.en.Guatemala_[Foto.Emma.Em] El tópico central de su investigación –el feminicidio- parte de un hecho real y comprobable: los crímenes de mujeres registrados durante la última década en América Latina, específicamente los casos en México y Guatemala. Conforme a estos acontecimientos, Mariana usa el término feminicidio para dar cuenta de los asesinatos de mujeres, explorar las nuevas modalidades que surgen en la región latinoamericana, dependiendo del contexto político, económico y social en el que se desarrolla.

Fue muy clara al precisar que cuando habla de “crímenes sexuales” lo hace aludiendo a la connotación sexual de los homicidios, evocando su relación con el poder, su implicación y amenaza. Para dar cuenta de la pertinencia del tema, se apoyó en una cita de Griselda Gutiérrez Castañeda, quien sostiene:

En este contexto, hablar de feminicidio no es un exceso, es si acaso la denominación de un hecho que para intentar comprenderlo exige rebasar la dimensión casuística, la particularidad de casos aislados e incluso psicopatías individuales y dimensionar que su proliferación es síntoma de una patología social de origen multifactorial.

Para Mariana, Griselda Gutiérrez es muy puntual en el “sentido de derribar todas las creencias que nos venden los medios de comunicación, esto es, de que las mujeres son asesinadas porque a su pareja se le “botó la canica”, o por que ella indujo al asesino por la forma en que se viste o por las horas que esta “fuera de casa”. El fenómeno al que refiere es más complejo ya que cumple con tres condiciones: premeditación, logística-planeación y deja un mensaje.

Feminismo.Latinoamericano_[Foto.Warmi] La investigación ha sido realizado desde la perspectiva del feminismo y los estudios culturales porque, según Mariana, “le ofrece la posibilidad de no ceñirse a la rigidez de la sociología, la antropología, la historia, a ninguna en concreto, sino porque está convencida de que un fenómeno tan complejo como es el feminicidio, tiene que utilizar todas estas disciplinas y no de una en específico”. Por otro lado, los estudios culturales se han caracterizado por poner en el debate temas que por lo general las otras disciplinas dejan al margen.

“En el caso del feminismo -enfatizó- esta tesis está hecha a partir de la visión de las mujeres, de su experiencia y seguramente los hombres tendrán cosas que reflexionar. Yo soy mujer, me asumo como mujer y desde ahí estoy analizando este tema. El feminismo es la teoría que realmente contribuye para cuestionar el orden imperante y no solamente plantearlo como problema de géneros como si los géneros gozaran de igual condición”.

Partiendo de su exposición, Mariana puntualizó que “el feminicidio es un concepto que inevitablemente nos remite a la frontera, no solamente en cuanto a la delimitación de un territorio, sino también en cuanto al sexo, la etnia y la clase social de las mujeres que son brutalmente asesinadas. El feminicidio, por lo tanto, es un concepto fronterizo, porque muestra los límites y contornos de un sistema patriarcal-capitalista-neoliberal, consecuencia de los valores intrínsecos de dicho sistema y encarna su máxima contradicción: el quiebre del discurso hegemónico”.

Feminicidio_[Foto.Mariana.Pessah] El concepto del feminicidio no es un concepto acabado, apenas está en construcción. Así lo demuestra el acalorado debate entre feministas, abogadas, defensoras de los derechos humanos e intelectuales sobre una posible definición del término, su uso para la elaboración de una teoría que sea capaz de analizar y explicar esta realidad, pero también para la construcción de una categoría jurídica que pueda llegar a contrarrestar el propio fenómeno en términos legales.

A diferencia de otras latitudes como en España que llaman feminicidio a la violencia intrafamiliar, a los asesinatos de excónyuges o exparejas hacia la mujer, en América Latina –afirmó- lo que nos ocupa y preocupa son estos crímenes aparentemente realizados por un asesino anónimo en plena vía pública, donde los cuerpos no son sólo expuestos, sino brutalmente exhibidos a la manera de mandar un mensaje a la comunidad. Esos cuerpos, según Mariana, son textos que hay que leer en el contexto de América Latina en plena era neoliberal.

La regulación jurídica y el derecho, el debate entre sociólogos y juristas, ha hecho que “pensar al feminicidio como una categoría jurídica sea un escándalo”, porque considerarlo como un crimen de lesa humanidad y estipularlo en la Constitución, parece algo inconcebible para el Estado dado que significaría juzgarse a sí mismo. Es urgente que logremos una legislación sobre el tema para castigar el fenómeno.

En su tesis, Mariana abordó las distintas definiciones sobre el feminicidio y también brindó su propia definición. Su mérito es tratar de entender el feminicidio dentro del amplio espectro de todos los tipos de violencia realizados en contra de las mujeres, no agrupándolos a todos, pero sí señalando su especificidad. El feminicidio lo conceptualiza así:

Siempre y cuando la violencia ejercida contra una mujer haya llegado al extremo de la aniquilación de la misma. El feminicidio entendido como un acto de poder, que implique toda una serie de recursos y la implementación de una logística para llevar a cabo su cometido.

En ese sentido, se estableció la diferencia entre un asesinato y un homicidio, es decir, un acto no doloso que se realiza en un momento “de descontrol”, sobre todo para que el feminicidio no se confunda con la violencia intrafamiliar, lo cual ha sido un arma poderosa de los gobiernos, tanto mexicano como guatemalteco, para no asumir ninguna responsabilidad. Se concluyó, por lo tanto, que para que ocurra el feminicidio tiene que haber premeditación, alevosía, saña, y una red de complicidad en distintos niveles. Quedó claro que cuando en América Latina hablamos de feminicidio, no nos referimos a los crímenes pasionales, sino de asesinatos que tienen lugar en la vía pública y que son realizados por grupos especializados.

Pero como no es casualidad el hecho de que el fenómeno se registre en este contexto, es decir, en América Latina, en plena era neoliberal, se analizó su significado más profundo. Así, se concluyó que el feminicidio más que constituir el último eslabón de la violencia en contra de las mujeres, es en sí mismo, una guerra en contra de nosotras. A esta conclusión se llegó a partir de la revisión de algunas definiciones de “guerra”, que demostraron que sí podemos hablar de que actualmente, como en otras épocas, se ha desatado una guerra en contra de nosotras. Por otro lado, una revisión histórica nos hizo constatar que el feminicidio, en la etapa moderna, se ha dado justo cuando han concurrido ciertas condiciones en la organización político-social, es decir, en los momentos en que las mujeres comenzamos a ocupar espacios considerados masculinos.

La guerra en contra de las mujeres se da justo a finales del siglo XX y principios del XXI, en América Latina, porque el sistema patriarcal-capitalista-neoliberal, ha propiciado un cambio de roles de género que debe de volver a ordenar, y para ello declara la guerra.

Por eso es que las mujeres fronterizas, es decir, las mujeres jóvenes, migrantes, solas, trabajadoras de la maquila, se convierten en el blanco de esta guerra. No solamente porque son las más vulnerables, sino porque son ellas quienes encarnan más que ninguna otra esas transformaciones, son ellas quienes por un lado, son producto del sistema, pero por otro, se “han salido de la raya” y están transgrediendo el orden prevaleciente; por haberse convertido en las cabezas de sus familias, por haber dejado su rol de mujer tradicional, aunque haya sido por motivos de superviviencia. Al sistema no le importan los motivos, solamente el hecho de mandar un mensaje claro para crear un clima de terror entre las mujeres, y así, hacer imposible el ejercicio de su libertad.

El feminicidio evidencia la máxima contradicción de este sistema porque mata a las mismas mujeres que utiliza como fuerza laboral. En ese sentido, las trata como auténticos objetos desechables; los utiliza para luego deshacerse de ellos. Esto quiere decir, las despoja de su condición de sujetos, de seres humanos.

Por último, Mariana llegó a la conclusión de que para dejar de ser víctimas, las mujeres latinoamericanas deben constituirse en el nuevo sujeto femenino de América Latina y así contrarrestar el fenómeno, es decir, hacerle frente a la guerra. Como las mujeres víctimas del feminicidio no pueden ya hacerlo, las mujeres concientes de su situación, solidarias, deben dar la cara por ellas; es decir, usar su propio cuerpo y ejercer una labor de traducción, hablar por todas aquellas que ya no están. Es en el cuerpo en donde se evidencia la violación a los derechos humanos, por lo tanto, éste tendrá un papel primordial para elaborar un discurso que muestre las fallas, los quiebres del discurso dominante que enarbola, justamente, la bandera de los derechos humanos.

Enfáticamente sostuvo, las mujeres latinoamericanas, con su cuerpo, pero también con su lengua, mostrarán, lo mismo en las calles, que en los medios de comunicación, que en las cortes internacionales la decadencia de un sistema que atenta contra la vida de seres humanos. Sólo así, podrá constituirse en este nuevo sujeto, entendido como una nueva experiencia. Por lo tanto, ser sujeto no querrá decir reproducir la visión falogocéntrica del sujeto dominante, al contrario, será una experiencia que no se agote en la dicotomía sujeto – objeto, sino que adquiera importancia en la medida en que pueda ser transmitida colectivamente.

En la ronda de preguntas, se le hizo la observación que el código penal no tipifica el delito de “asesinato”, sino que habla de homicidio. Pareciera que das a entender que estás tratando de separar feminicidio y homicidio. Lo razonable sería hablar del delito de homicidio.
Mariana respondió que su tesis trata de contribuir al feminicidio. Ella no es abogada y su intento consiste en ayudar a contribuir al debate entre las legalistas y las teóricas. Comprende que las abogadas y el derecho penal sólo tipifican el delito como “homicidio” y más allá sería nulo. Lo que señala es lo complejo del tema y de la dificultad de analizarlo. En cuanto a cómo tipificar el feminicidio, esa cuestión dijo no tener una respuesta satisfactoria y que podría ser analizado a futuro.

Otra interrogante lanzada a la autora fue la siguiente: ¿Cuál es la verdadera motivación de trasfondo, si viene de autoridades retrógradas, atrasadas, de una ultraderecha que observa ciertos cambios que no deben de darse? ¿Cuáles son las motivaciones de los feminicidios planeados?
Para Mariana es la pregunta más difícil porque fue la misma pregunta que la motivó a la elaboración de su tesis. De lo que se dio cuenta es que para entender el feminicidio hay que verlo como si fueran las capas de una cebolla: qué es lo que está hasta arriba, qué le sigue y qué es lo que está en el fondo.

En general –dijo– se comprueba un hecho y es que las mujeres estamos siendo objetivadas. Hay que analizar cómo se presenta la mujer y cómo la presentan los medios de comunicación. Hay muchas razones que explican los asesinatos a las mujeres: la pornografía, las mafias, sectas satánicas, el crimen organizado, el narcotráfico. Pero, para adentrarnos en el fondo de la cebolla, hay que tomar en cuenta que están implicados todos los poderes del estado. El estado ha demostrado que no solamente no ha querido resolver sino que es cómplice y está metido hasta las patas: queman pruebas, desaparecen expedientes. La demostración de las redes de complicidad, como lo ha hecho Lidia Cacho entre maquila, crimen organizado y poderes, es lo que también sucede en el feminicidio. El verdadero trasfondo del odio hacia nosotras es muy amplia, no sólo el feminicidio, pero es un hecho que son asesinadas por un crimen organizado.

Se le comentó a María que está reactivando una discusión que en el feminismo había quedado obsoleto en la recuperación del sujeto–mujer. El tema de discusión era la violación que era el mayor crimen hecho a la mujer. La violación surge como un eje articulador para organizar la defensa en las 'casas de apoyo' contra el poder patriarcal–falocéntrico, y cómo la violación ha sido una forma de control aplicado a las mujeres para mantenerlas inmovilizadas.
En torno a la teoría del género, el post-estructuralismo, la muerte del sujeto, la muerte de los movimientos sociales, el feminismo cambia de rumbo y su discusión se va ya no la mujer, sino la teoría del género. El feminismo queda perdido en su larga trayectoria, queda desactivado. Tienen que surgir estos asesinatos y crímenes de odio que tiene que reactivar nuevamente esta discusión feminista. Si bien el género ha dicho que el problema no se basa en la biología, la mujer se define por lo cultural. Volver a retomar este tema nos vuelve a poner en la discusión problemática que aún siguen vigentes, que no cambiaron y que ahí seguirán siempre.
El feminicidio hace reaparecer al sujeto mujer que parecía muerto desde la filosofía, y como tú lo planteas que es necesario reconstituir al sujeto mujer como una voz que existe y que siempre ha estado presente. Me parece sumamente importante en términos filosóficos. Esto tiene que ver con el nuevo orden internacional, las reglas del mercado, donde el mercado impone sus temas de discusión. Los crímenes me llevaron a pensar la pertinencia del tema, igual sistemáticos, como actos de aniquilación, de crímenes de odio. El Estado mismo ha participado en estas cosas y aquí también el estado tiene participación activa por omisión.

En otra intervención, se le felicitó por el tema tan complejo y además tan rodeado de impunidad, de amenaza hasta para quienes investigan. Lo valioso de su enfoque es el análisis, la perspectiva y el acopio de información entre México y su visita a Guatemala. Se le plantearon dos inquietudes. La primera, en cuanto a la relación estructura-sujeto, sistema-sujeto. A veces das la impresión de que le atribuyes al sistema o a las estructuras una “intencionalidad” de anular a las mujeres. ¿Hasta dónde las estructuras o el sistema pueden ser consideradas sujetos-responsables? La segunda es con respecto a las alternativas. Una solución única para hacer frente a esta realidad, sino que se necesitarían acciones conjuntas. ¿Cuáles son las alternativas sociales, redes de apoyo? ¿Cuáles son las medidas más concretas desde la sociedad se están haciendo? ¿Por qué esperar a que el gobierno o el sistema penal hagan algo? La sociedad puede hacer algo o es que hay marginación e indiferencia.
Para Mariana al sistema se le responsabiliza a partir de dónde este sustentado. Si está sustentado en las empresas, en los estados nacionales, en los ejércitos, entonces ellos son los responsables directos no sólo porque no reprenden, sino que pareciera que hay una protección y un impulso. Hablar del sistema-culpable parece muy abstracto. ¿En donde está para palparlo? El estado se representa en todos estos niveles de poder y estructura que son los que se niegan a que haya un verdadero cambio en los roles de género y lo demuestran. Lo constatamos en los medios de comunicación porque son ellos los que han producido y reproducido este discurso de las mujeres como objetos y en este sentido sí los responsabilizo. Hay nombres y apellidos de quienes son los responsables desde esta lógica. Entonces, no sé si una modificación de ley vaya a cambiar las cosas, si las estructuras siguen siendo las mismas.

En cuanto a las alternativas es algo que ya está sucediendo en Ciudad Juárez, Chihuahua. Cuando fui a Guatemala, las guatemaltecas se asombraban y se enojaban mucho porque se conociera más los casos de asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y no los de Guatemala, donde matan a una mayor cantidad de mujeres. Se conocen más los casos de Ciudad Juárez porque las mujeres mexicanas han logrado organizarse y han alzado la voz. No se conocen porque algún gobernador diera algún informe ni por los medios de comunicación, sino por la solidaridad de las mujeres entre ellas mismas, su organización y que han utilizado todas las herramientas posibles.

Otro cuestionamiento al tema de Mariana consistió en cuanto al contexto general en el que sitúa estos feminicidios, particularmente sobre las categorías combinatorias sistema patriarcal-capitalista como diferencias del presente. Si con base a estas categorías, podría pensarse si existe un capitalismo post-patriarcal, si pudiera pensarse un vínculo entre una y otra. En cuanto al concepto de falogocentrismo que utiliza Jacques Derrida, se le hizo la precisión que dicho nombre implica a un conjunto de connotaciones filosóficas que no necesariamente ella adscriba. El falogocentrismo implica un distanciamiento del logos de la historia de la filosofía occidental y distanciamiento del falocentrismo. Quizá sea más pertinente hablar de falocentrismo que de falogocentrismo.
Con respecto a la manera en que Mariana empata patriarcado-capitalismo-neoliberalismo, todo ello –dijo– constituye un capítulo de su tesis. Para ilustrarnos sobre el tema, nos leyó la siguiente cita:

El patriarcado en tanto no ha existido siempre, es una mentira que nos han impuesto aludiendo a una naturaleza de los sexos en la que supuestamente se fundan las desigualdades. El sistema patriarcal tampoco comienza con el advenimiento del capitalismo aunque sí tiene su fundamento en la acumulación de un notable excedente productivo. Esto quiere decir que el patriarcado es mucho más antiguo al acontecimiento que marcó la entrada de la era moderna, la Revolución Industrial en el siglo XVII, sin embargo, atendiendo también al análisis de Evelyn Reed es cierto que la opresión de las mujeres se recrudece con el nacimiento del capitalismo industrial y monopolista, a la vez que con que la formación del núcleo familiar.

Dijo que retomaría mucho la distinción que le sugiere entre “falocentrismo” y el “falogocentrismo”, la cual le pareció totalmente pertinente.

Por otro lado, se le hizo el comentario de que habla de las mujeres como si fuera una mujer fronteriza. Para ti, ¿quién sería el enemigo, la cara del enemigo, persona, sistema o individuo?
En algún punto de su tesis, Mariana sostiene que las mujeres se van a constituir en el nuevo sujeto, las mujeres-logos, no a las que ya mataron, sino las que se solidarizan con ellas y con la causa. En mi caso no solamente por haber sido parte de la campaña, sino por estar escribiendo esta tesis y por estar dispuesta a hacerlo. Yo me comprometo a ello y para hacer algo para erradicar esta situación. Esto me convierte en blanco, seguramente, pero algún riesgo tiene que correrse.

Finalmente, se le hizo notar que si bien los casos en las fronteras es relevante porque hay gente trabajando en esto, no hay que olvidar los asesinatos que ocurren a diario en la propia Ciudad de México. Las imágenes, el uso y abuso de ellas por parte de los medios de comunicación con respecto a las violaciones, asesinatos, etc. Por la forma en que son presentadas esas imágenes de asesinatos, pareciera ser modelos de cómo cometer los delitos.
Para nuestra expositora, la publicidad de los cuerpos de las mujeres en los medios de comunicación es parte de cómo nos ve el sistema. Y en cuanto a los patrones delictivos de las ciudades, de ello habla en su tesis con cifras.

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